El plan Nacional de Obras Publicas de 1933 incluyó en su programa la creación del trasvase Tajo-Segura aunque no se realizo hasta el año 1966 donde se ordena la redacción del «Anteproyecto General del Aprovechamiento Conjunto de los Recursos Hidráulicos del Centro y Sureste de España, Complejo Tajo-Segura» del cual formaba parte integrante la construcción del Trasvase Tajo-Segura. En 1979 llegaron las primeras aguas a la Cuenca del Segura procedentes del río Tajo.
Dicho trasvase distribuye el agua desde el embalse de Bolarque en el río tajo, hasta el embalse de Talave en el río Segura. Inicialmente estaba diseñado para trasvasar 1000 hm3/año pero solo se admiten por ley un máximo de 650 hm3/año (600 hm3 para la cuenca del Segura y 50hm3 para el Guadiana). La aportación del trasvase, en su conjunto económico, es de aproximadamente 2364 millones de euros al PIB y da empleo a unas 100000 personas.
Desde ANATUR – Acción Natural Ibérica creemos en el reparto justo del agua, siempre y cuando se asegure los valores mínimos de caudal ecológico para la cabecera del río Tajo, donde este año se ha visto muy perjudicada con descensos muy peligrosos en los niveles de los embalses. Estos embalses (Buendia y Entrepeñas) en la época estival han sido siempre una zona con mucha afluencia de visitantes para pescar, bañarse y realizar deportes náuticos, pero este año se ha convertido en un barrizal, donde los municipios cercanos se han visto gravemente perjudicados al perder la afluencia de visitantes.
Con esto no se quiere perseguir, ni atacar la legítima necesidad que la cuenca del Segura tiene del agua del río Tajo, pero lo que sí se solicita es que la administración mejore y optimice el agua que se recibe del Tajo, invirtiendo en la mejora y en la modernización del riego ya que actualmente, entorno a un 85% de la zona agrícola de la cuenca del Segura aún se sigue regando por el método tradicional de inundación y acequias a cielo abierto. También es necesario aumentar el almacenamiento de las aguas en la cuenca del Segura para asegurar el riego. Todo ello se tendría que sumar a un aumento de la reutilización del agua que proviene de las aguas residuales y la creación de más desaladoras para bajar el nivel de dependencia de la región levantina al agua del río Tajo.
Rubén García